10 - Sexualidad en el discapacitado

 

Sabido es que los seres vivientes de cualquier especie deben reproducirse. No se puede prohibir o coartar ese derecho, que pasa evidentemente por aspectos fisiológicos y a la vez sociales. En el primero de los aspectos, ello es una necesidad que redunda en beneficio del propio ser, al poder plasmar el hecho del placer que se siente tras la relación sexual, y a la vez un grado importante de seguridad sobre si mismo.

    En el segundo por su parte, representa un importante componente de inserción en el área especifica, ya que se elimina (o se trata de eliminar) el amplio prejuicio que se tiene al respecto.

    Sin embargo, hablar o tratar el tema de la sexualidad, lleva a un debate pleno de mitos y contradicciones originados en la mayoría de los casos, por algo tan simple y complejo a la vez, como lo es la falta de comunicación y la barrera generacional. Por pudor, los padres se reservaron el derecho de informar a sus congéneres, acerca del amplio abanico que existe dentro mismo de la temática de la sexualidad, configurando un panorama oscuro que para nada beneficiaba ni a los propios hijos, ni menos aún al conjunto social.

    Haciendo simples observaciones podemos apreciar que en las sociedades menos civilizadas, se llevaba una sexualidad demasiada abierta con los perjuicios que ello implicaba. Teníamos por lo tanto dos puntos radicales. No existía lo que comúnmente se denomina punto intermedio. Ello sin lugar a dudas ha ido evolucionando con el devenir del tiempo, y especialmente con los medios de comunicación desarrollados y al alcance de casi todos. Lógicamente que aún resta mucho camino por recorrer, a los efectos de una clara concientización del tema.

    Los jóvenes deben tener los elementos básicos de información, y los padres mantener un comportamiento abierto a nivel de la comunicación, para desvirtuar definitivamente los mitos que sus padres y abuelos han implantado de manera errónea dentro de los estratos sociales.

    Pese al avance que se ha generado en esta temática entre las personas normales, no se ha logrado lo mismo con los seres que poseen alguna discapacidad. En este capitulo trataré de arrojar una luz quizás tenue, pero luz al fin, en un tema preponderante como dije para todo ser.

    Debemos comenzar viendo el por qué de la falta de información y diálogo que se brinda a estas personas, y la respuesta la hallamos en el hecho de la sobre protección por parte de los padres. Estos tienen miedo de que su hijo salga lastimado de una relación. Común y lamentablemente no se les brinda la oportunidad de que ellos mismos tengan sus propias experiencias, aunque estas salgan mal.

    Es necesario tener experiencia en todas las áreas de la vida. No cabe la menor duda que de ellas se aprende. Se logra concebir enseñanzas que van enriqueciendo por si solas la existencia, y a la vez, crean una muralla defensora. Podríamos trasladar el ejemplo al plano médico o clínico, y así decir que quien no tuvo experiencia se encuentra en un estado indefenso, por más sobre protección que los padres puedan dar. Queda bien en claro pues, que en todas las áreas de nuestra existencia se hace necesario dicho enriquecimiento, a los efectos del fortalecimiento propio del ser.

    El aspecto que nos ocupa no escapa a esto, ya que entablar e iniciar una relación sexual implica mantener una serie de experiencias tanto a nivel individual como desde la propia pareja. Experiencias que pasan entre otros puntos por el conocer a la otra persona, su modo de ser, etc.

    Este reracionamiento como lo señala María Angélica Familumi, psicóloga y terapeuta, no es solo desde el punto de vista de los genitales. En este sentido, en un artículo de la citada profesional publicado en el periódico mensual El Cisne en diciembre del 2001 efectuaba el siguiente análisis;

    “Hace muy poquito un grupo de padres me preguntaban cómo hablar de sexualidad con sus hijos adolescentes o en camino de serlo. Y para poder responderles los llevé a ellos mismos a preguntarse por su propia sexualidad. El término sexualidad es amplio y no toma solamente los genitales como vulgarmente se cree. ¿Cuánto de tabú y mito contiene esta palabra?”

    Personalmente expreso, nada nuevo por cierto, que el tabú es predominante dentro del ámbito de la sexualidad, más aún cuando nos ceñimos al planteamiento de estos dentro del contexto de los seres con alguna discapacidad motriz o mental, y cuando referimos dicho termino estamos abriendo un conjunto de miedos que alimentan de forma reciproca los tabúes.

    ¿Se pueden desmitificar los tabúes? Desde luego que si, y es necesario hacerlo con métodos de comunicación que sean comprensibles a todos, y no formen mayor confusión y desinformación de la ya existente.

    El tabú dentro de los parámetros de la sexualidad, representa una barrera que inhibe de conocer la realidad frente a dicha temática, y ello aumenta en las personas con discapacidad a consecuencia de lo indicado anteriormente. Es decir, la sobre protección de parte de los padres quienes por miedo (como he dicho) a que sean lastimados sus hijos, implantan en ellos toda una serie de tabúes.

    El ser humano necesita una buena calidad de sexualidad, no solo para su reproducción, sino para su pleno gozo y satisfacción. Pero además la sexualidad es un impulso vital, esencial para el ajuste de la personalidad y un importante medio de comunicación interpersonal, nace y muere con la persona.

    Podemos trasmitir a los otros ese impulso que aprendemos y seguimos aprendiendo según sea la comunicación existente. Es un ir y venir, un boomerang implícito dentro de nosotros que se hace más latente en el contexto sexual. Pero debemos tener en claro que una sexualidad digna se basa en la comunicación.

    Y precisamente, sobre la comunicación esta terapeuta señala que “también llega el recuerdo de una charla sobre el tema con un grupo de alumnas, cuyas edades oscilaban entre los 20 y 22 años. Se conectaron enseguida con la comunicación o la falta de ella con sus madres. ¿Se puede hablar de estos temas en casa, o es mejor charlarlo con los pares? Las madres: ¿se ponen pesadas en su afán de proteger?, ¿cómo intervienen los papás?, ¿se borran, comentan?”

    Recordemos que es en la familia donde se aprenden los principios básicos y fundamentales que sustentan nuestra existencia, entre los que se encuentran de manera implícita entre otros el amor y la sexualidad.

    “La función erótica integra la naturaleza humana y la singulariza ya que es propia del ser humano, no aparece en el animal en la misma proporción y expresa la libertad que posee el humano para disponer de su sexualidad y colocarla al servicio de la comunicación, el placer y el amor. También está perfeccionada por el "saber", ya que tiene los conocimientos en materia de fisiología sexual (diferencias de respuestas entre el hombre y la mujer, en niños, jóvenes, adultos y ancianos, en el embarazo y en discapacitados) que facilitan el logro de un placer compartido con un otro.”

    “Master y Johnson dicen en su libro "El vínculo del Placer" que el sexo es una función natural; tan natural como respirar, tan universal como comer. Por tanto, cada vez que nos entregamos a una función natural experimentamos placer. Pero una característica del placer humano es que se corticaliza, es decir que lo percibimos y lo integramos a nivel de la zona más estructurada del cerebro: la corteza. De allí que tengamos memoria del placer recibido. Y tampoco debemos olvidar que, muy cerca de las "áreas del placer" se encuentran las "áreas del dolor", ya que una vez traspasados los umbrales del placer, se experimenta dolor o displacer.”

    Y ese dolor se manifiesta en dos formas: físico y emocional. Se puede contrarrestar esto dando a los seres (discapacitados o no) componentes psicosociales que pueden o suelen contener aunque sea de manera ficticia ese dolor.

    La emoción de concretar una relación sexual en un ser con discapacidad, suele ser altamente positiva para la auto estima de este. Es básicamente llegar a un punto de independencia, ya que ha sido ella o él quien lo ha conseguido.

    Indudablemente que es tremendamente complejo el camino por el cual debemos de transitar quienes tenemos alguna tipología de discapacidad, y más aún para quienes somos discapacitados de nacimiento o desde chicos. Familume nos presenta esa realidad desde el mismo artículo;

    “Las personas que desde la infancia tuvieron una discapacidad se comportan de una forma diferente de aquellas que tuvieron la oportunidad de ejercitar las distintas destrezas sociales básicas. Las personas discapacitadas, además de tener que resolver las dificultades propias del déficit que padecen, son segregadas con bastante frecuencia y, por lo tanto, les falta desarrollar las habilidades sociales propias de cada edad.

La mayoría de ellas debe aprender, por ensayo y error, las actitudes de acercamiento, seducción, conquista, amistad, cordialidad, competencia, solidaridad, el planteamiento de problemas, la resolución de conflictos, la toma de decisiones y la dirección adecuada de la energía.

El cuerpo es la primera imagen que uno da a los demás. Esta imagen se modifica a partir de los vínculos que cada uno establece. En el caso de la persona discapacitada, además de sentir su figura distorsionada, debe incorporar elementos tales como prótesis, bastones, sillas de ruedas, orinales, sondas, etc.”

    Esa figura distorsionada debe trabajarse no solo desde el área física propiamente dicha, sino desde el punto psicológico a fin de conseguir que ese campo distorsionado, (cuerpo) logre al menos una estabilización.

    El cuerpo juega un rol importante dentro del contexto de la sexualidad, y es así que la mayoría de las personas se ciñen por dicho parámetro relegando de toda vinculación con este aspecto a los discapacitados. Se ha creado un modelo de estilización conservacionista, del cual depende de forma errónea la sociedad, y en este caso concreto se llega a neutralizar toda relación sexual que pueda aparecer.

    En el área de la tipología de los discapacitados mentales, los mitos y tabúes se solidifican aún más, al carecer en cierto modo, de lo que se denomina edad cronológica como consecuencia directa y especifica de la tipología a que hago referencia. Sin embargo, estas personas pueden experimentar el placer que produce la relación sexual en su etapa o fase de ejecución, como se señala en el artículo que estoy transcribiendo lo siguiente.

    “La pubertad de un deficiente mental es una fase crítica. Las necesidades biológicas que aparecen, que tienen que ver con su edad cronológica y no con la mental, emergen y no tienen una clara representación con las experiencias de su propio cuerpo. El púber no tiene orientación, pues el mundo del sexo está rodeado de silencios o francamente prohibido. No obstante, él experimenta cosas placenteras, no entiende, no sabe qué tiene de malo lo que ocurre con su cuerpo, pero lo disfruta.

Estos jóvenes pueden lograr un determinado desarrollo de la personalidad y de cualidades suficientemente estables mediante un método educativo adecuado. Pueden llegar a constituir una familia y querer tener hijos.”

    Esta fase es mayormente rechazada por los padres, pues no pueden concebir el hecho de que su hijo deficiente pueda crear una familia, y nos hallamos precisamente ante uno de los mitos creados, y como tal sin asidero. Lógicamente que para esta etapa, es necesaria una educación terapéutica adecuada.

    Es a través de ella, que se podrá reconocer que cosas el discapacitado está apto para hacer y cuales no.

    En otro pasaje de su artículo, señala la psicóloga que “Los adolescentes discapacitados sensoriales o físico motores tienen, como toda persona, el derecho a vivir su propia experiencia y aprender de ella, aunque sea de sus equivocaciones.”

    La posible coartación de este derecho, porque convengamos que el área de la sexualidad, del relacionamiento en este sentido es un derecho de cualquier ser humano, se convierte en una fuerte frustración que a la vez, se traduce en un trauma que por consiguiente se debe tratar.

    Lógicamente que todo el esquema de la sexualidad en personas con discapacidad, se debe tratar desde la perspectiva psicológica, y como se dijo, ver lo que el ser puede dar. No se debe ni se puede tratar el tema a la ligera, pues se genera un daño dentro del ser, de su conformación como tal. Esto entre las personas con discapacidad adquirida, mientras que quienes la tienen a causa de accidente, y antes de este mantenía una vida sexual plena, puede resultar más traumatizante.

    El comportamiento hacia estos seres, debe ser de profunda psicología a fin de que no se sientan marginados, y puedan cumplir su función como tal dentro del orden social. Es necesario subrayar que la sexualidad es un componente primordial a la hora o en el momento de la inserción o reinserción social. ¿Por qué? La respuesta posee varias puntas, siendo en mi modesta opinión la más importante, o de mayor gravitación en el orden psicológico especifico, que tras una relación (no es necesaria la penetración ni el orgasmo, ni el uso de los genitales) el ser se siente en armonía consigo, al lograr una meta por lo general vedada, o más bien censurada en primer término por los propios padres, y en segundo lugar evidentemente por el conjunto social.

    Me permito reiterar lo siguiente; en la relación sexual no es necesario que los genitales realicen sus roles. Desde luego que si el ser discapacitado puede hacer uso de ellos mejor. Pero de lo contrario, existen otros métodos (besos, caricias, pequeños juegos que se adaptan a la exigencia) para lograr dicho relacionamiento. Lo importante es llegar a ese punto. Es decir, consustanciar la relación hombre / mujer de la misma manera que lo hace una pareja normal.

    Si bien la sexualidad en su concepto de tal es una sola, existen relativas diferencias en el momento de aplicarla dentro de las diversas tipologías. Es así que nos encontramos con una significativa bibliografía ilustrativa de los comportamientos que se deben mantener activos, con el propósito de allanar el camino que para nada es fácil por cierto, debiéndose aplicar ciertos parámetros con los cuales se activan de manera efectiva precisamente los comportamientos.

    Ello se aprecia tanto en los propios seres como en los padres de estos, que se ven literalmente agobiados en la etapa difícil, por denominarla de algún modo. Pero decía que en esa amplia bibliografía, nos hallamos con interesantes trabajos de abordaje, en los cuales se analiza ambos comportamientos, de acuerdo al distintivo de cada discapacidad, formando no solo puntos de apoyo informativo, sino miradores básicos de opinión.

    Lola Fernández Herrera y María del Mar Padrón Morales son psicólogas, especialistas en Educación y Terapia Sexual del Instituto de Sexología de Málaga, España. Estas especialistas han elaborado un artículo, Repercusiones en la Sexualidad del Discapacitado físico, publicado en el periódico digital El Cisne.

    Estas terapeutas marcan un punto muy importante a tener en cuenta, como lo es el inicio de la discapacidad, demostrando la correlación existente en esa pauta. “El inicio de la discapacidad es un hecho importante a tener en cuenta, pues dependiendo del momento del ciclo vital en que apareció el handicap, quedará afectada la sexualidad en sus diversas dimensiones. Otro criterio muy relacionado también con la etiología, alude al carácter estático o progresivo de una discapacitación.

Las discapacidades físicas progresivas son tremendamente impactantes, generando tanto en la persona como en su pareja, reacciones emocionales como miedo, ira, depresión, frustración, implicando graves desajustes en la sexualidad en todos sus aspectos.

Por otro lado, el grado de evidencia de la lesión o enfermedad es un criterio importante para entender hasta qué punto la persona con discapacidad se considera a sí misma como un ser sexuado, con necesidades y deseos. Los mensajes de "asexuados" o "no necesitados de", van generando en la persona discapacitada una conciencia de infravaloración de su propia imagen y su capacidad sexual, reforzándose de esta manera los mitos en torno al minusválido.”

    La imagen proyectada en un cuerpo deforme como consecuencia directa de la discapacidad, juega y posee un rol de gran importancia en el momento de inicialiciación sexual, por cuanto la posible pareja se retrae al no sentirse satisfecha con ese ser. La noción que se tiene acerca la perfección corporal resulta errónea. Un ejemplo absurdo pero real, lo tenemos en el hecho de que detrás de un cuerpo perfecto se puede esconder un ser imperfecto en el orden del comportamiento personal y viceversa.

    Nos podemos encontrar naturalmente con seres discapacitados que reaccionan en un sentido equivocado, obedeciendo esto al sentimiento de inferioridad que yace en ellos, haciéndoles un profundo perjuicio en el relacionamiento tanto a nivel de pareja como sexual. Ello está ligado.

    El intento de un abordaje sistemático del tema suele resultar difícil. Por ello, estas terapeutas se apoyaron en el trabajo efectuado por Soto de Lanuza (1987) siendo muy fácil su comprensión, y bastante operativa para clasificar y agrupar las discapacidades físicas (D.F.) en base a varios criterios, permitiendo un acercamiento a la sexualidad de este colectivo.

    Un primer criterio hace referencia al carácter congénito y adquirido “que precisa la temporalidad de la etiología y las distintas repercusiones según sea hereditaria o congénita adquirida durante la infancia o con posterioridad.”

    “Otro criterio muy relacionado también con la etiología –sigue el articulo- alude al carácter estático o progresivo de una discapacitación, por su influencia en la autoestima de la persona y en sus relaciones de pareja.”

    “En este caso, -se enfatiza- las D. F. progresivas son tremendamente impactantes, generando tanto en la persona como en su pareja, reacciones emocionales como miedo, ira, depresión, frustración, implicando graves desajustes en la sexualidad en todos sus aspectos.”

    “Por otro lado, el grado de evidencia de la lesión o enfermedad es un criterio importante para entender hasta qué punto la persona con discapacidad se considera a sí misma como un ser sexuado, con necesidades y deseos. Hace alusión a la localización o zona afectada y al grado de notoriedad y de afectación visible.

La transmisión social de lo considerado "normal" o "anormal" en sexualidad ha sido bastante reduccionista y, por supuesto, las personas con minusvalías no entran en el cliché normativo y mucho menos si sus deficiencias son bastante evidentes a los ojos de la sociedad (parálisis cerebral. lesión medular, enfermedades neuromusculares).”

    De acuerdo a los criterios expuestos, se puede realizar una reseña de clasificación de las diferentes D.F.  que atendería a tres grupos principalmente:

-      D. F. de nacimiento o adquiridas durante la infancia temprana (lesión cerebral, espina bífida, ceguera, cardiopatías).

-      D. F. adquiridas después de la pubertad, pero que no son progresivas (lesión medular, amputaciones, poliomielitis).

-       D. F. adquiridas después de la pubertad, pero que son progresivas (distrofia muscular, esclerosis múltiple, nefropatías terminales).

    A continuación pasamos a su descripción (Hale, 1980; Kolodny et al., 1982), aproximándonos a las posibles repercusiones y alteraciones en la esfera sexual, desde el relevamiento analítico expuesto por las terapeutas basadas en la citada fuente, ingresando incluso a aspectos constitutivos de las tipologías, a fin de enfocar las repercusiones en la sexualidad.

Parálisis cerebral


La parálisis cerebral es el resultado de un fallo en el desarrollo, o de un daño en algunas células cerebrales por diversas causas: accidentes, malformaciones fetales, partos, etc. Dependiendo de la localización cerebral del parecer distintas alteraciones, como problemas de coordinación de movimientos, espasmos y rigidez, problemas en la audición y visión, problemas de lenguaje (conversación difícil), entre otros. Aparece, pues, una variedad de situaciones en función de la afectación.

A nivel sexual, no hay afectación directa de los órganos genitales: su libido permanece intacta, aunque el desempeño de conductas sexuales puede resultar algo incómodo por las limitaciones de movimiento, siendo especialmente dificultoso si la atetosis (movimientos torpes e incontrolados) o los espasmos (movimientos de manos, pies, piernas, rígidos y torpes) son graves.

Sus vivencias y manifestaciones eróticas estarán de algún modo mediatizadas por estas características, que se verán solventadas si la persona busca sus modos propios de expresión sexual. Sin embargo, los mayores problemas se relacionan con el establecimiento de parejas, por las dificultades de socialización presente en algunas personas.

La realidad sexual es diversa, desde personas con una vida sexual óptima y placentera, en pareja o no, hasta aquellas que, por su propia deficiencia y sobre todo por la educación y mensajes recibidos, no se han permitido reconocerse y vivirse como personas sexuadas. Los prejuicios sociales y los estereotipos han marcado la expresión de la sexualidad de estas personas, eliminando su derecho a la salud sexual.

Distrofia muscular


Hace referencia a un conjunto de enfermedades crónicas y hereditarias, con la característica común de debilitamiento y degeneración progresiva de los músculos, en diversos grados, debido a un defecto genético en el metabolismo.

La afectación a nivel sexual deriva precisamente de estas circunstancias, presentando problemas de limitación de movimiento. Cuando la distrofia es mió tónica, la atrofia muscular viene acompañada normalmente con cierta incapacidad para la relajación muscular después de una contracción (miotonía), generando, además de las ya comentadas, verdaderas dificultades durante la actividad sexual, al estar excesivamente "agarrotados".

Los varones afectados presentan atrofia testicular, deficiencia de producción de testosterona y baja espermatogénesis, ocasionando problemas de infertilidad y de deseo sexual. Estas características van a influir, evidentemente, en las vivencias sexuales de este colectivo, aunque en ningún caso las anula. La imaginación, la inventiva y la relajación, son elementos que ayudan a un desenvolvimiento sexual óptimo y satisfactorio.

Miastenia

Es una enfermedad crónica, que viene caracterizada por una debilidad muscular y fácil fatigabilidad si se repiten esfuerzos musculares. Por este motivo, este tipo de personas enfermas son incapaces de mantener actividad sexual por mucho tiempo debido al esfuerzo que ello supone.

En estos casos, las dificultades decrecen cuando se dejan períodos de descanso entre las relaciones sexuales y recomendando a la persona afectada que adopte posturas físicas más pasivas que le supongan poco o nada de esfuerzo.

En definitiva, se trataría de buscar nuevas formas de obtener placer a nivel individual o en pareja y conseguir que la vida sexual sea satisfactoria, jugando siempre con las posibilidades que las personas tenemos a nuestro alcance.

    El discapacitado psiquico por su parte, posee de hecho otras características en este aspecto del relacionamiento sexual, tal como he expresado en páginas anteriores, y que me permito ahondar un poco más, a los efectos de conocer la panorámica que les rodea en este sentido.

    Con respecto a estos seres se debe decir que son seres humanos dotados de sexualidad y que por ende, tienen derecho ha expresarla.  Dicho de otra manera, la sexualidad como forma de ser en el mundo y estar con los otros existe también en la persona con deficiencia mental.

    Las experiencias del niño o el adolescente con deficiencia mental en la esfera de la sexualidad son un dispositivo estimulador del desarrollo de su persona, y por lo tanto, como se ha dicho no se puede ni se debe coartar. Toda forma de estimulación en las personas con discapacidad, se deben proporcionar para una óptima existencia, y es así que la estimulación a través de vínculos creados desde esta perspectiva no se deben descartar en absoluto.

    Si se está de acuerdo con esta afirmación, bien valdrá la pena preguntarse ¿por qué la sociedad pone en duda la sexualidad de las personas con deficiencia mental?, ¿se debe hablar en específico de la sexualidad de estas personas? Evidentemente que si, en la medida lógica de cada individuo, vale decir de su entendimiento y comprensión.

    Pese a ello, queda bien en claro de que no hay seres asexuados. Todos, de una forma u otra manifiestan su sexualidad a través de los diversos niveles de comunicación que esta posee, ya que no debemos olvidar que el medio sexual se basa en comportamientos específicos relacionados con la comunicación. Al lograrse tal manifestación, se sitúa al individuo en el medio adecuado a fin de su entendimiento.

    La sexualidad y los posibles juegos que aparecen, están correlacionados con procesos gesticulares, y estos evidentemente con el panorama explicito de la comunicación. Es importante y necesario señalar, que en la sexualidad se crea y conforma la personalidad de cada individuo. De acuerdo a las pautas que se le otorgue, o con las cuales este crezca, así se comportará a lo largo de su existencia.

    Esto no escapa a los seres con discapacidad, que deben crecer con modelos normales dentro de este campo, sin la acostumbrada distorsión que se les impone, producto de conflictivos mitos y tabúes que se ciernen sobre ellos, a causa no solamente de la poca información que se les brinda, sino al miedo de los padres (sobre lo cual ya me he expresado) llevando a una sobre protección realmente espantosa y fuera de lugar. Ello se transfiere incluso a las amistades familiares.

    Sobre este punto me permito citar un ejemplo personal. En Abril del 2005 con motivo de la publicación de mi segundo libro, El Nuevo Éxodo Uruguayo, se me efectuaron varias entrevistas en diferentes medios de prensa, siendo uno de ellos el diario El País. Entre las preguntas que el periodista me realizó, figuró la siguiente que cito textualmente con su respectiva respuesta:

-      ¿Cómo te imaginas un beso de mujer?

-      Calido

    Una amiga de la familia puso literalmente el grito en el cielo. No pudo comprender como se me hacía tal pregunta, tildando al periodista de atrevido y poco cauteloso, cuando en mi modesta opinión estuvo muy bien, no porque me la haya efectuado a mi, sino que con ella traspuso la barrera de lo mítico, y con esta anécdota personal estoy poniendo (o exponiendo) también otra área conformada por el tabú del “¿Cómo le fue a preguntar semejante cosa?” como si ello fuese un sacrilegio.

    Si una persona amiga, que me conoce bastante como es el caso de esta señora, efectuó esta declaración, ¿Qué es lo que puedo esperar de las demás personas? Como se ha dicho en este trabajo, se nos subestima frecuentemente en las diversas áreas, y de manera especial en esta relacionada con los parámetros de la sexualidad.

    La sociedad se encuentra en un profundo letargo frente al tema, y por lo tanto hay que poner toda la información disponible al alcance de todos, empezando claro está por el núcleo familiar.

    Es sobre él que ahora me detengo, especialmente para analizar y observar a través del artículo La Sexualidad del Discapacitado Mental: actitudes y comportamientos de la familia, desde la perspectiva de la personalidad elaborado por los Dres. Irma Aída Torres Fermán y Francisco Javier Beltrán Guzmán del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad Veracruzana de México.

    Sobre ello debo señalar que  “Personalidad” es un término que se utiliza comúnmente para designar el conjunto de formas relativamente consistentes de interactuar con las personas y situaciones que hacen único e irrepetible a cada individuo.

 

    Los autores del referido articulo nos ubican en el tema, indicándonos que “Papalia (1987) señala que, de acuerdo a la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, el individuo se halla en constante conflicto entre sus impulsos biológicos y la necesidad de dominarlos. Aún más, es necesario considerar que dentro de la personalidad existen tres elementos indisociables: la cognición, la afectividad y la socialización; estos se determinan mutuamente, a manera de interrelaciones dinámicas.”

 

    Más adelante se expresa: “El desarrollo  psicosexual es el eje integrador de estos elementos, al tiempo que es resultado de los anteriores. Por ende, si se favorece el desarrollo armónico de estos tres elementos, se favorecerá el desarrollo armonioso de la sexualidad, con lo que se estará propiciando una vida sexual plena en el sujeto, libre de conflictos internos y, con ello, se estimulará en él un mayor aprovechamiento de sus capacidades cognoscitivas, afectivas y sociales.

 

La dinámica interna de estos procesos da como resultado la forma de ser de un individuo en particular; esto es, la personalidad es el resultado de la interacción  entre elementos cognoscitivos y socio afectivos; por lo tanto, no se pueden considerar de manera aislada sino como componentes de un desarrollo integral.”

 

    Como se puede apreciar, el eje integrador en este campo debe activarse o mantenerse en ese estado, como forma integradora explicita en el desarrollo del ser. La sexualidad y todos los eslabones de que está integrada, lleva de hecho al plano social la estructura por la cual el nivel integrador debe constituirse en clave para el desarrollo especifico del ser, manteniendo las pautas delinéales que corresponde.

 

    Los aspectos sensitivos se desarrollan en todos los seres, en algunos más que en otros es cierto. La sexualidad no escapa a esta regla, y en los discapacitados se ahonda como se pudo comprobar. Entre líneas quise dar una receta (si así se le puede denominar) que tiene como base elemental, como puntal básico una buena calidad de vida en dicho aspecto, pues el logro de esto redunda en el pleno beneficio psicosocial del ser.

 

    Con una buena sexualidad se plantea indudablemente la estabilidad constitutiva del ser, y se suele derribar la barrera que se interpone en la sociedad, porque tengamos presente que en el momento de conformar una familia fuera del núcleo que nos acogió, estamos ingresando al modelo social que prima. Es decir, la familia es un componente social, y por lo tanto, si lo tenemos o podemos conformarlo, estaremos integrando dicha estructura.

 

    Por otra parte, estaremos derribando también esos tabúes que oscilan y rondan en derredor nuestro, y que evidentemente, solo sirven para perturbar, tergiversar y deformar una realidad que se debe tomar de forma natural, sin censura ni recortes a la hora de hablar e informar. Dejo bien en claro que el factor informativo es relevante en este y en todos los aspectos de la existencia, y fundamentalmente en el abordaje de la temática relacionada con personas con discapacidad, y más aún cuando se trata el tema de la sexualidad en este segmento poblacional. La información es un derecho,  y obviamente que no se le puede (ni debe) negársele el acceso a estas personas. Se le debe brindar por lo tanto, todos los elementos que estén al alcance, a los efectos de que por si mismos decidan y cotejen.

 

    A los efectos de ir redondeando este capitulo, citaré algún fragmento de la “Guía de Recursos para Personas con Discapacidad, en donde se expone claramente cuales son los mitos y tabúes que debemos enfrentar las personas con discapacidad, en relación a la sexualidad.

 

    Antes de ello, debo decir que la sexualidad y la forma de practicarla es muy nuestra, muy personal, y La Organización Mundial de la Salud define la salud sexual como "la integración de los aspectos somáticos, afectivos, intelectuales y sociales del ser sexuado, de modo tal que de ello derive el enriquecimiento y desarrollo de la personalidad humana, la comunicación y el amor."

 

    Si la sexualidad es como dije en nuestra sociedad, un férreo tabú entre las personas normales, en los discapacitados es sin lugar a dudas el tabú de los tabúes. En una sociedad como la actual donde se presentan como modelos a seguir arquetipos perfectos, donde se subraya que lo bueno es ser bello, joven, fuerte, apuesto, educado, limpio, tener un buen empleo, estar casado y tener hijos sanos, las personas con discapacidad son "desfavorablemente diferentes". Por ello, no es de extrañar que muchos/as se sientan incapacitados para poder tener una relación con los demás, se sientan diferentes al resto del mundo en este aspecto, como si no fueran merecedores de tener una vida sexual satisfactoria, hasta el punto de llegar a pensar que no serán aceptados.

    Ello se traduce en la marginación del ser como tal, vinculo este que conduce a la discriminación con sus consiguientes complicaciones en el área psicológica, ya que como bien sabemos, son elementos que ejercen presión en el ser, derivando a cuadros depresivos oportunamente descriptos.

    Asimismo, los tabúes y mitos pueden generar esos cuadros e incluso de culpabilidad si se traspasa esa frontera o barrera predispuesta tras la creación y puesta en práctica de estos. Los mitos y falacias en este aspecto son de acuerdo al estudio efectuado los siguientes:

  • Los minusválidos son asexuales, no pueden tener ninguna forma de relación sexual.
  • Los minusválidos dependen de los demás y son como niños, por lo que necesitan que se los proteja.
  • La incapacidad física genera incapacidad sexual, "el cuerpo incapacitado" no puede producir placer ni puede gustar a nadie.
  •  Los padres de los niños minusválidos no quieren darles educación sexual.
  •  El único medio correcto y satisfactorio de expresión sexual es el coito.
  • Si un discapacitado tienen un problema sexual, casi siempre es producto de su padecimiento físico.
  • "Olvídate del sexo, es mejor para tu salud."

 

    Para tratar de derribar y erradicar si cabe el término tales mitos, se debería poner en práctica un plan educativo basado en los siguientes parámetros que configuran una estructura para tal efecto:

• Que se conozcan las necesidades sexuales de las personas con discapacidad.

• Que se evite la sobreprotección y el mantenimiento en la ignorancia del discapacitado, en el seno de la familia, grupos sociales, asistenciales y docentes.

• Que se eduque e informe verazmente "reeducación sexual".

• Que se promueva la aspiración a una vida sexual satisfactoria.

• Que se promueva un papel activo del discapacitado hacia su propia sexualidad, reconociéndose a sí mismo como persona tan sexuada como cualquier otra.

    Se habla, se menciona dentro de la sociedad acerca de la salud sexual, del comportamiento para llevar adelante una sexualidad sana, poniendo para ello todo un engranaje informativo muy importante, lo cual está muy bien que así sea. Dentro de ese contexto se debería integrar (palabra muy recurrente sin lugar a dudas) a los seres discapacitados, proporcionándoles una adecuada y eficiente educación sexual, no solo a ellos evidentemente, sino al núcleo o conjunto familiar, y por extensión a la estructura social.